viernes, 18 de septiembre de 2009

Antecedentes

La primera vez que me enamore fue la última. Llevaba el pelo largo y dos colas, pesaba 51 kilos y estaba en once. Esa vez no ame, pero extraño las mariposas, la ilusión, los pequeños desencantos... sus manos.
Me enamore porque no tenía nada más que hacer y me desenamore porque así es ese amor, frágil.
Sí, pero soy una ferviente admiradora del amor. Me gustan sobretodo cuando son turbios o imposibles. Me gustan los hombres que puedo arrinconar y desenvolver como golosinas. Incluso, me he atragantado cuando todo termina.
También amo, ese amor que no cambia aunque la relación termine, ese amor tranquilo.
Por supuesto, me encanta conjugar cada verbo que se relaciona, dimensiona o modifica el amor. Claro, también me gusta volver a empezar: olvidar y hacer recuerdos para olvidar.
Quiero pensar que esta semana, pasare las noches desnuda tratando de encontrar nuevos rincones en el mismo cuerpo.
Quiero pensar que es posible inventar nuevas palabras... requerer, retragarse.
Es necesario.

2 comentarios:

  1. "los hombres que puedo arrinconar y desenvolver como golosinas." ...... sin palabras...

    ¿nunca más te enamoraste?, ¿estás de acuerdo entonces con aquello de poner condicionamientos temporales al enamoramiento?... me suena un poco raro.

    me encanta el escrito.

    ResponderEliminar
  2. ¿condicionamientos temporales? El amor se vive en muchas dimensiones. Enamorarme como estar tragada, andar con mariposas en la panza, sonrisas de pastel y creer que el amor es eterno.

    ResponderEliminar