Entonces, llega la noche y la lluvia y la música y una conexión lenta, y escribes como si fueras un perdido.... o una columna de fuego a punto de apagarse. Escribes sin sumar papelitos y vas trayendo la noche sin pesadillas, sin noches boca arriba como un otorrino ya no hay palabras y queda el gemido el sonido que no significa y, bueno, estás tan cansado frente a la pantalla que el consuelo último es no sumar papelitos....
Hoy, salvé la vida de un árbol. Reír y dormir.
Amanece dispuesto, temprano y con un beso sin destinatario.
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