jueves, 17 de septiembre de 2009

Desinspiración/Metamorfosis/Indelicadeza

Parca la traviesa del juego incoherente (pero ya marque las cartas y bajo la mesa sostengo una reina). Te he dicho que no regreso, le he dicho que no vuelvo; pero, ahora, quisiera estar con él. Olvidar su/mi mundo y regresar al tiempo de la tensión, cuando supe que no podría, cuando él supo que no volvería.
Pero nada vuelve, más que yo. Nada está en mí misma orilla, más que yo. Entonces los caminos se bifurcan y aparece la piel, el pelo se corta y el vientre duele (viejo síntoma del amor perverso, me lleno de culpa y la matriz se infla).
Alguien dice que nunca me siento querida, alguien me dijo que jamás lo amaría como él a mí, alguien dijo que no sé amar, alguien dijo que amaba a todo y por eso no sabría nada del amor, hay quien sospecha de mí....
Escucho una canción mimeticamente sugerida y leo blocs que se guiñan las letras, podría arreglar la casa, podría irme al rincón mientras fumo o seguir jugando a no perder...
Parca la engendrada me dice que no era imprevisto, que ya yo lo sabía y no hay nada que decir. Me digo lo que diría una amiga, lo que yo no le diría a ninguna amiga.
Y he sido cazadora en noches excepcionales y he sido aquel rencoroso que toma apuntes hasta la desdicha: lo recuerdo: encontrarlo con ella en cada esquina y fingir no verlo hasta que los ojos se quedan fijos y empiezan las manos a temblar, entonces, ¿desaparecer? ¿esperar? Y, al final, sonreír virtualmente sin pedir una disculpa.
Escucho una canción sin saber que dice y releo lo escrito y pienso que no debe ser modificado y que debe ser más largo, más superficial, que nadie llegue hasta estas letras y que ningún suspiro se deje a un lado.
Alguien me dice que regrese y voy perdiendo voluntad; hay quien desea escapar y no sé porqué me quiere llevar; alguien afirma no poder, ¿cómo si yo pudiera?
Parca la engreída da vueltas en la cocina y me prepara un café, tomalo caliente me dice; y yo lo acepto sin razón.
Entonces, regreso a su boca, a sus manos que corren mi ropa interior, a las marcas de las costuras; al tiempo de su habitación, de sus hermanos y padres extrañados; al tiempo, en que me iba sin escuchar demasiadas palabras y en silencio.
Tengo demasiadas ganas de volver a beber con él.
Alguien me dijo que siempre hago lo que quiero, alguien me dijo que era incapaz de comprometer, algunos me acusan de fría, algunas de perra, hay quien piensa que le temo a la soledad; mientras, yo escribo.
Escucho la canción y oigo rimar...
Ahora, más despacio con más cuidado, recuerdo: un tabaco en un bar sobre mi cabeza, sus brazos sobre ella, en ella; luego, el baño y él pregunta cómo estoy y yo le digo bien; en la mañana, suena el teléfono y aparece su voz malgeniada, regañando, demandando y yo callada.
Alguien me ha dicho que no salga por la puerta si quiero volver, alguien me ha dicho que es mi última oportunidad, alguien me ha pedido una noche más y yo me he quedado bajo esas sabanas en demasía.
Parca engreída me trae los cigarrillos y prende uno para ponerlo entre mis labios, cuando los toca me dice están partidos y echa a reír...

1 comentario:

  1. Me encanta. Lo leo y lo releo.
    Me hace pensar en esto: "En el duelo amoroso, el objeto no está muerto ni distante. Soy yo quien decido que su imagen debe morir (...). Así me angustio por una llamada telefónica que no llega, pero debo decirme al mismo tiempo que ese silencio, de todas maneras, es inconsecuente, puesto que he decidido despreocuparme" (Barthes)

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