Duele la piel, el deseo quema las células y los tejidos se desgarran.
Temprano para etiquetar cada sensación y aquí se quedan las lastimeras revueltas con las que no me atrevo a nombrar. Con tu nombre al viento, las palabras se escurren. Felicidad de motel, unas idas y venidas platónicas y clandestinas.
Te podría amar debajo de las cobijas, mientras él duerme; para quedarme cerca de esa idea que, alguna vez, me pareció perfecta.
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