Alexandra... aún hoy apenas puedo pronunciar su nombre sin que me falte la respiración. Alexandra y su cuello blanco, navegable, transparente como mis manos en su cuerpo. Alexandra, mi amor, de quince días.
Ella y sus espacios inconquistables. Ella y nos vemos cuando puedas. Ella que es el aire y me falta en cada amanecer. Ella y su amor que acepta Adrianas y hombres y rostros y tiempos. Ella y el amor que yo no quiero: sin atardeceres ni palabras de amor eterno ni llamadas ni mariposas ni citas ni festejos. Ella que es mi amor al que vuelvo cuando ya no hay refugio.
Alexandra permiso para navegar todos los mares. Alexandra que es vela en la orilla. Ella mi pasión parsimonia. Ella... y sus senos manjar.
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Sobre todo cuando ya no hay refugio...
ResponderEliminar(pd: nadie cree en el amor eterno, además es aburrido).
Quiero ver, quiero entrar
ResponderEliminarnena nadie te va a hacer mal,
excepto amarte.
Vas aquí, vas allá
pero nunca te encontrarás
al escaparte...