Deliberadamente se pública el objeto del pensamiento redundante como para olvidar que aquello debe ser privado o que pertenece a las aguas profundas de la pareja. No importa si no puedo catalogar el mal, aún puedo detenerme y decir no me parece, no es justo y no me parece que pueda repetirlo.
En principio...
Bueno, Dios creó la luz y nosotros no sabíamos en qué estaba pensando. Lo miramos aturdidos. No creíamos que fuera capaz de obrar así. Pero lo hizo. En nuestras caras repitió el proceso creativo y perverso que originó el mundo muerto que habíamos abandonado masivamente.
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